Una de las principales preocupaciones que tiene en jaque al sector odontológico es la presencia de mercurio en las amalgamas debido a la toxicidad para el organismo humano y las consecuencias adversas que su uso puede causar tanto en el paciente como en el medio ambiente.

¿Qué es la amalgama?

La amalgama o empaste plateado, es una aleación de metales que se utiliza para restaurar las cavidades que se originan en los dientes, generalmente producidas por las caries. El debate en el mundo de la salud dental en relación a su utilización, ha dado lugar a que la Unión Europea a partir del 1 de julio de 2018 prohibirá su utilización en menores de 15 años, en embarazadas y en lactantes.

Además de esta prohibición, se han establecido unos parámetros para regular tanto su uso como el tratamiento de residuos para evitar el impacto medioambiental. Por un lado, se va a obligar a los Estados miembros a organizar a medio plazo (2019) un plan nacional con las medidas para eliminar progresivamente las amalgamas dentales. Por otro lado, se propone un uso limitado de la amalgama solamente si el profesional lo considera necesario para el tratamiento del paciente y en forma encapsulada. En este marco, los profesionales deberán estar equipados con equipos aptos con separadores de amalgamas con el fin de no contaminar el medio ambiente.

¿ Cómo afecta el mercurio al organismo ?

El mercurio puede afectar el sistema nervioso e inmunológico provocando serios daños. Este se produce por la exposición del cuerpo humano a través de la inhalación de sus vapores y su absorción por los pulmones, haciendo que el mercurio pase del riego sanguíneo al cerebro.

Está científicamente comprobado que la inhalación de vapores de mercurio puede dañar los riñones y la tiroides, además de provocar desórdenes neurológicos tales como temblores, pérdida de memoria, insomnio, cefalea, disfunciones motoras y cognitivas, efectos neuromusculares y problemas renales o insuficiencia renal entre otros.

¿Se pueden reducir los niveles de toxicidad en el organismo?

Existen complementos alimenticios naturales que pueden ayudar al cuerpo a mitigar los efectos secundarios derivados de la toxicidad del mercurio. Entre los más efectivos se encuentran:

Agua: se recomienda tomar abundante agua con el fin de ayudar a eliminar las toxinas de los órganos vitales.

Alimentos con vitamina C

Vitamina C: actúa como antioxidante y produce acción antiinflamatoria. Estimula el funcionamiento del hígado y ayuda a eliminar las toxinas de la sangre de metales y pesticidas.

Chlorella: es una alga rica en clorofila que entre sus múltiples beneficios está la de ayudar a limpiar el intestino, hígado y sangre. Además, ayuda a mejorar el sistema inmunológico, facilita la digestión y tiene efectos favorables en la capacidad de concentración y atención.  

Selenio: neutraliza la actividad perjudicial que provoca el mercurio. Entre otros beneficios,el selenio refuerza el sistema inmune, mejora el flujo sanguíneo y produce enzimas antioxidantes para combatir los metales pesados en sangre.

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